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Unido a ti - Capítulo 17

Unido a ti - Capítulo 17

Después de esa conversación, Betty estaba más confundida. Según Sandra, Armando quería a los mellizos y le amaba. Había dicho mis hijos, un temor se apoderó de Betty y si se los quería quitar, no ella se moría. Betty pasó una noche horrible, no pudo pegar los ojos en toda la noche.

 En otra parte de la ciudad, para ser más exactos en el apartamento de Armando, la situación no era diferente. A su mente venían las imágenes de las veces que hicieron el amor, y una pícara sonrisa se apoderaba de su boca, también recordaba sus conversaciones, lo cómplices que eran, y sus discusiones.

Recordó la vez que le dijo a Betty que se casara con ella porque la quería, a lo que Betty le respondió que para ella eso no era suficiente. Armando no conseguía entenderlo. Pero cuando pensó en la conversación que había mantenido con Betty, recordó que lo único que ella le había pedido era que la amara.


Eran las 9:45 y un nervioso Armando estaba en la entrada principal del parque, el esperaba ver a la Betty que él recordaba, pero de esa Betty no quedaba prácticamente nada. 

Hacia quince minutos que lo observaba, era cierto que se veía más delgado y en su cara reflejaba tristeza. Estaba nervioso, no para ser tocarse el pelo, ella lo conocía, sabía que estaba a punto de un ataque. Se acercó a Armando, no determinó a la joven que se le había acercado. Estaba nervioso, ya eran las 10:05 y Betty no llegaba. Y si se había arrepentido, no él se moría, saberla cerca y no poder saber dónde está lo consumía en la angustia.

Una voz muy conocida lo hizo detenerse en seco, se giró sobre sí mismo. No podía creerlo, la morena que se le había acercado le había hablado y su voz era la de su Betty. Sacudió la cabeza, eso no podía ser, su Betty de pie, no ella juraba que no se sometería a la cirugía, o tal vez había cambiado de parecer. Nervioso le contestó el saludo.

A: ¿Be…Betty? -al ver que ella asentía con la cabeza, dio un gran respiro.- Ahhhhhhhhhh. Lo que provocó una pequeña risa de Betty ojojojo.

B: Sí Armando soy yo, ¿es que no me reconoce?

A: No, digo sí. No me la esperaba así.

B: Sí, al final tome la decisión de arriesgarme y someterme a la cirugía. Gracias a Dios todo salió bien.

A: Me alegro. - fue lo único que se le ocurrió decir. - ¿Y los bebés?

B: Bien, con la nana.

A: Ah ya. ¿Nos sentamos o caminamos o prefiere ir a la cafetería del frente?

B: Prefiero caminar.

A: Ok. Vamos.

A: Betty antes que todo, te quiero pedir perdón, sé que dije y actué muy mal, que te herí profundamente, eso es algo que nunca me perdonaré.

B: Armando, no se castigue más. Todos los seres humanos cometemos errores y en esa medida, el perdón existe. Ya yo lo perdoné y por eso estoy aquí para que aclaremos muchas cosas.

A: Gracias Betty. Hay algo que usted tiene que saber. Te amo, Betty.

B: No sé si creerte. -Betty lo miró a los ojos. No puede más con esa pregunta quemándole la garganta - ¿Y Alejandra y su bebé?

A: Los amé, y una parte de mí siempre los amará. Pero ellos forman parte de mi pasado y ustedes son mi futuro. Quiero amarte durante todos los días de mi vida. Quiero que tengamos más hijos, ser feliz, envejecer a tu lado. Te amo, Betty, mucho más de lo que soy capaz de decir con palabras.

Las últimas dudas y temores de Betty se desvanecieron. Se inclinó hacia él.

B: En ese caso, tendrás que demostrármelo.

A: Lo haré encantado. Y todas las veces que quieras -la besó-. Sigo queriendo casarme contigo. Pero por motivos muy diferentes. Y si necesitas que te dé algún tiempo para demostrártelo, lo haré encantado.

B: Creo que te haré esperar un par de días antes de aceptar.

Armando volvió a besarla lentamente, ignorando el movimiento que había a su alrededor. Al cabo de unos segundos, levantó la cabeza. Vámonos. Vayamos a tu casa, donde podamos tener una reunión seria, me muero por abrazar y besar a nuestros hijos.

Armando la abrazó y se fueron caminando hacia el carro de Armando.

No dijeron mucho por el camino, sólo se escuchaban las noticias en la radio, escuchan la lista de los partidos de fútbol del fin de semana, y con una sonrisa le pregunta a Betty.

A: Entonces, ¿por quién apuestas para el partido del domingo? -le preguntó.

Betty se echó a reír.

B: Nunca aprenderás, ¿verdad?

A: Te equivocas. He aprendido la lección más importante de mi vida. Pero todavía sigo pensando que algún día conseguiré ganarte alguna apuesta. 

B: Ni en sueños, grandullón. Ni en sueños.

A: Betty, ¿crees que Roberto y Amanda me quiera y me perdonen?

B: Armando por favor, son bebés, ellos no saben de perdones, ellos sólo saben hacerte feliz y ser felices, y claro que te quieren desde el primer día ellos viven escuchando de su padre y de que los ama.

A: Gracias, no tengo como pagarte tanto amor.

B: Ya lo hiciste, dándome dos bellos bebés, hermosos como el papá y por amarnos.

A: Betty, no hemos hablado de dónde has estado.

B: Después Armando, es una historia. ¿No que te morías por abrazar y besar a los mellizos?

A: Sí claro, sólo que estoy un poco nervioso.

B: Ojojojojo ¡Qué ocurrencias las tuyas!


En otro lugar de Bogotá estaban reunidas cuatro personas, muy contentas y muy nerviosas. Sí, ellos son Don Roberto, Doña Margarita, Sandra y Mario. Y es que Sandra apenas llegó a su casa, ya le esperaba un Mario con un montón de preguntas, la actitud de Sandra los últimos días era un poco sospechosa. Entrando no más Mario deja soltar la primera pregunta.

MC: Sandra ¿dónde has estado? y quiero la verdad.

Sandra al ver el tono que utiliza Mario, se preocupa ella no quiere tener problemas con su marido, pero tampoco le puede fallar a su amiga.

Sa: Hola amor, haciendo unos recados.

Mario que no es tonto y su preparación militar le alerta que Sandra ha estado rara estos días atrás, la duda pudo más. Un día vio como Sandra entraba en un almacén y compraba menaje para una casa. El miedo de creer que Sandra lo iba a abandonar le calaba los huesos, pero se controló, investigó un poco más, pero no descubrió nada más.

MC: Sandra has estado extraña estos días y no te atrevas a mentir. ¿Me vas a abandonar? ¿Por qué? -Sandra abre los ojos como platos. -

Sa: ¿Qué dices Mario? Yo jamás te abandonaría, te amo demasiado. 

Su tono es dulce y tranquilo. Mario respira aliviado y deja caer la siguiente pregunta. 

MC: El menaje que compraste ¿para quién es? Para acá no lo es. 

Una asombrada Sandra y a la vez indignada dice:

Sa: Mario Calderón ¿me has seguido? Te desconozco.

MC: El que desconoce con quién se casó soy yo. Sandra, nunca me has ocultado nada, dime la verdad pero ¡YA!

Sa: No puedo lo prometí.

MC: Lo prometiste Sandra, eres mi esposa nos debemos fidelidad. Prometimos estar en las buenas y en las malas, yo te puedo ayudar, es mucho mejor las cosas entre dos.

Sa: Mario está bien, no quiero que nos disgustemos por algo que tarde o temprano se va a saber. El menaje es para Betty, regresa a Colombia y me pidió que le alquilase un apartamento y se lo acondicionase con lo todo lo necesario.

MC: ¿Betty?  ¿Pero cómo? No entiendo. Armando no ha podido localizarla. Sandra, ¿tú has estado en contacto con ella y no has dicho nada? No me habías dicho nada.

Sa: Sí perdóname -dice una llorosa Sandra- Hablamos desde hace más de un año, ella siempre me llamaba a media mañana todos los lunes. Yo supe del nacimiento, del bautizo, de su operación en fin …yo siempre he sabido dónde está.

MC: Sandra ¿pero por qué has callado? Has visto lo que ha sufrido Armando ¿no te ha dolido?

Sa: Sí Mario y no sabes cuánto, pero si la traicionaba ya no iba a saber dónde localizarla y ahí sí que nadie la podría encontrar después. 

Sandra no ha parado de llorar, Mario nunca ha podido ver a su mujer llorar, la abraza con infinito amor, la acuna entre sus brazos y besa su cabeza.

MC: Ya mi amor, tranquila.

Cuando Sandra se tranquiliza, y una vez calmada, le dice a Mario toda la historia. Mario no sale de su asombro, se alegra por su hermano.

Toma el teléfono y llama a casa de los padres de Armando.

MC: Aló, Carmencita ¿están Roberto o Margarita?

C: Sí señor, ya se los comunico. -La señora se dirige al Jardín techado y les comunica. -

C: Señores teléfono, el señor Calderón.

Marg: Gracias Carmen -dice Doña Margarita-.

Marg: Aló Mario, hijo ¿qué sucede?

MC: Cosas muy buenas Margarita ¿podemos vernos?

Marg: Sí claro, me asustas. ¿Qué ha pasado?

MC: En cuanto lleguemos vamos para allá.

Marg: Ok, los esperamos.

R: ¿Qué sucede, amor?

Marg; No se Roberto, era Marito que viene para acá, me imagino que con Sandra y que son cosas buenas.

R: Qué raro, pero tendremos que esperar.

Al cabo de veinte minutos llega el Matrimonio Calderón Patiño.

MC y Sa: Hola Roberto, Margarita ¿Cómo están? -saludan Mario y Sandra-

Marg y R: Bien hijos. -contestan los señores Mendoza-.

Mu: ¿Desean algo de tomar dice la muchacha del servicio? Todos deciden tomar café.

Marg: Silvia, sírvalo en la biblioteca.

Mu: Sí, señora.

R: Y bien ¿cuáles son esas cosas buenas que tienes que contarnos? 

MC: Betty está en Bogotá. 

Marg: Pero ¿cómo lo saben?

Sa: Porque yo la he ido a recoger al aeropuerto y la he llevado a su apartamento-dice una Sandra nerviosa-.

R: Pero hija ¿tú has sabido dónde ha estado?

Sa: Sí señor, es una historia muy larga. Sandra empieza a relatarles a unos asombrados señores Mendoza lo que ha sido la vida de Betty en estos casi dos años.

Marg: Pobre de mi niña -dice una llorosa Doña Margarita abrazada a un Roberto también afectado por el relato-.

R: Hija ¿dices que Betty se ha operado y que ya puede caminar?

Sa: Sí don Roberto, la operación ha sido todo un éxito, no ha dejado ninguna secuela. Betty camina también como usted o como yo.

Marg: ¿Y mis nietecitos, han venido con ella?

Sa: Sí Doña Margarita, son preciosos, dos preciosos angelitos y vieras que buenos que son, no han dado nada de lata durante el tiempo que he estado con ellos.

R: Tenemos que avisarle a Armando. 

MC: Eso no podrá ser posible.

R: ¿Y por qué? 

Porque a estas alturas ya Armando tiene que saberlo, dice Sandra. Cuando deje a Betty en su casa ella se disponía a llamar a Armando para informarle que ella estaba en Bogotá, y coordinar para verse mañana en la mañana.

Marg: ¿Y tú sabes dónde hija? 

Sa: No sé.

R: ¿Qué les parece si nos reunimos todos mañana aquí a esperar noticias? -propone don Roberto-.

Me parce bien -dicen los demás-.

Fin del recuerdo.

 

Mientras ellos estaban ansiosos por saber cómo les había ido a Armando con Betty, éstos han llegado al apartamento de ella, ella le da la mano y beso en los labios, vamos amor que nos esperan.

Toman el ascensor, cuando se abre sólo se escuchan risas de bebé por todo el lugar, y es que la nana ha estado jugando con los niños en la alfombra de la sala en espera de que la señora llegase con el padre de los mellizos.

B: Hola Anita ya llegamos.

An: Hola señora, no la sentí entrar.

B: Tranquila, le presento a Armando Mendoza, el papá de Roberto y Amanda.

An: Un gusto señor.

A: El gusto es mío.

Armando centra sus ojos en sus hijos que están sentados en la alfombra jugando. 

Betty y Anita de retiran, es un momento que sólo le pertenece a ellos.

Como si de un niño se tratase se tira al suelo, las lágrimas ruedan sus mejillas elevaba la vista al cielo y lo único que puede decir es:

A:  Gracias Dios mío. Gracias.

Toma al niño en brazos, éste se ríe y gorgojea. Armando lo abraza y lo besa con infinito amor. La niña que ha visto como toman a su hermano no se queda atrás, un gritito sale de su garganta y estira los brazos, esto ha desarmado a Armando. Toma a la beba y la abraza, la besa, está en una nube, en un maravilloso sueño del que no quiere despertar.

Al rato llega Betty, que ha estado viendo todo desde la cocina, ha llorado. Si quedaba alguna duda por más mínima que sea, ésta ha desaparecido de un plomazo. Armando ama a sus hijos con un inmenso amor, como ella nunca imaginó. Se agacha al lado de Armando, sus hijos al verla le tiran los brazos, y empiezan a llamarla MA, MA, MAMÁ. Betty toma en brazos a Roberto y lo besa, mientras Armando está con Amanda.

Armando al escuchar como sus hijos llaman a Betty. un velo de tristeza se posa en su rostro. Betty que lo conoce sabe que algo le sucede.

B: Armando ¿qué pasa?

A: Nada mi amor, nada. 

Betty que no le cree se lo hace saber

B: A mí no me engañas, algo tienes. -le acaricia con su mano su rostro- Dime ¿qué te pasa, mi vida?

A: Me da cólera y tristeza el no haber podido estar con ellos todo este tiempo, por mi gran estupidez, y que no me reconozcan, que no me llamen PAPÁ. -una lágrima surca su mejilla- Betty acerca sus labios y la seca.

B: ¿Quién te dice que no te reconocen? Ellos saben quién eres, ya te lo dije. Ellos siempre han sabido quién es su padre.

 

Los niños se han dormido en los brazos de sus padres, van y los acomodan en sus cunas. A Armando les cuesta separarse de ellos, todavía le cuesta asimilar que no es un sueño, que su mente no le está jugando una mala pasada.

B: Armando, se han dormido. Vamos a la sala. -éste asienta con la cabeza-.

A: Betty, no estoy soñando ¿verdad?

B: No Armando, somos reales de carne y hueso.

A: Betty, te busque por toda Francia; incluso por Europa, pero no te localicé.

B: Lo sé Armando. 

Ante esta Respuesta Armando abre los ojos como platos.

A: ¿Cómo que lo sabias?

B: Un amigo me ayudó todo este tiempo. ¿Te acuerdas de Michel Doniell? -Armando asienta con la cabeza su rostro de ha endurecido-.

A: Michel Doniell, pero él dijo que no sabía nada de ti.

B: Porque yo se lo pedí. Él me brindó su ayuda durante todo este tiempo. Estuve en su hacienda en las afueras de Paris. Sabía que me buscabas, que viajabas constantemente, pero en mi cabeza retumbaba nuestra última conversación. Eso me dolía mucho, yo no quería, no podría soportar ser plato de segunda mesa, y sobre todo que despreciaras a nuestros hijos.

A: Betty, hace mucho sé que la vida me ha dado una nueva oportunidad de amar, como te dije una parte de mi seguirá amándola, fue una parte importante de mi vida, pero con quien anhelo pasar el resto de mi vida es contigo. Betty cásate conmigo, no porque seas la madre de mis hijos, sino porque no concibo mi vida sin ti. Estos casi dos años han sido un verdadero infierno, TE AMO y quiero estar UNIDO A TI para el resto de mi vida. Sé que me dijiste que lo ibas a pensar, pero no soportaría vivir lejos de ustedes un solo minuto más. 

Con infinito amor la beso, en ese beso no sólo le demostraba cuanto la amaba sino le entregaba su vida, ya que sin ella no podría vivir.

B: Sí Armando, acepto. 

Se volvieron a besar esta vez con pasión, sus cuerpos se anhelaban. Eran casi dos años sin sentirse. Betty se levantó, tomó la mano de Armando y lo guió a su dormitorio. Se acariciaban, se besaban con gran pasión y deseo, sus ropas duraron poco sobre ellos.

Armando la alzó en brazos, la recostó sobre la cama y la cubrió con su cuerpo, no necesitaron mucho para estar totalmente excitados, de una embestía se fundieron en uno solo, juntos llegaron al clímax. Él hubiese querido hacerla disfrutar más, pero si no la poseía en aquel momento moriría. Recostados con la cabeza de ella sobre su pecho recuperaban su ritmo respiratorio.

B: Armando ha sido maravilloso.

A: Sí, ha sido muy, pero muy lindo.

A: Amor ¿qué te parece si el fin de semana nos casamos? 

Betty se reincorpora en un codo, y le dice:

B: ¡Estás loco, sólo faltan cuatro días!

A: Ya le dije señora que no puedo vivir sin usted -y le besa la nariz-.

B: Pero Armando es muy rápido, hay que alistar papeles, hacernos exámenes, en fin mil cosas.

A: Si yo sé, pero mi mamá nos ayudará. Sé que mi papá hablará con el obispo para facilitarnos las cosas, mamá se encargaría de la fiesta en el club, hay que avisarle a Camila, Marce y Maribet para que vengan.

B: Armando ¿estás hablando en serio? ¿Me estás proponiendo matrimonio por la Iglesia?

A: Como sino, no señora con usted es para toda la vida.

Una llorosa Betty lo besa con infinito amor.

B: Siendo así, sí acepto.

A: Perfecto, avisaré a mis padres.

Se levanta de la cama totalmente desnudo, hacía tiempo que Betty soñaba con ese cuerpo. Estaba más delgado, pero más musculoso y firme. Armando toma su celular inconsciente de todo lo que está despertando en Betty. Marca el número de la casa de sus padres. Al primer timbre contesta su madre.

Marg: Aló ¿Con quién desea hablar?

A: Hola mamá soy yo, vieras la noticia que te tengo.

Marg: Se te oye muy feliz hijo. Me supongo se ustedes se habrán arreglado.

A: Mamá, ¿ustedes cómo sabían que yo y Betty…?

Marg: Fácil hijo, Sandra nos contó. Como nos alegra, aquí estamos tu papá, Mario, Sandra y yo esperando noticias de ustedes.

A: Jajajajaja con que ustedes sabían jajajaja y yo que les iba a dar una alegría y veo que llego tarde.

Marg: Jajajaja Hijo que salida tienes.

A: Mamá, ocupo tu ayuda. Me caso el sábado por la Iglesia, necesito que papá hable con el obispo, organizar la fiesta, avisar a Camila, Marce y Maribet, que Hugo haga el vestido de Betty, comprar la ropa de los mellizos, en fin todo.

Marg: Jajajjaja. Hijo tranquilo, respira. Estás loco, para el sábado son sólo cuatro días.

A: Sí mamá, loco por mi Betty y mis hijos.

Marg: Bueno, pues no hay más que decir, manos a la obra.

A: Sabía que podía contar con ustedes.

En eso Armando vuelve a ver a Betty y la ve salir del baño con una pijamita muy sexy, y lo único que atina a decir es: 

A: Adiós mamá. -y cuelga-.

La mirada felina de Betty le dice a Armando que ella está muy excitada, él se percata que está totalmente desnudo y que su miembro ha empezado a reaccionar con sólo ver a Betty tan sexy. Betty se le acerca, lo toma de la mano y le dice me toca a mí darte una sorpresa. Sienta a Armando en el borde de la cama, éste empieza a subir por sus piernas cuando llega a la parte alta de sus muslos se da cuenta que Betty no lleva nada, esto lo pone a mil, pasa su pulgar por sus rizos buscando a su amigo. Betty está de lo más excitada, pero toma las manos de Armando y le dice quieto grandullón. Lo acuesta en la cama, saca de la mesa de noche dos medias pantis y le amarra las manos a Armando a la cabecera de la cama, empieza a descender por su cuello, su pecho allí se entretiene con sus pezones los lame, muerde, succiona, Armando emite gemido de placer que hace que Betty sea más consiente del placer que le está dando.

B: ¿Te gusta mi vida?

A:  Me estas matando, amor. 

Betty sigue descendiendo, besa su ombligo y baja hasta su entrepierna.

B: Veo que estás disfrutando. 

Con suma delicadeza empieza a besar su miembro, baja hasta sus testículos, los besa, los lame y los muerde. Armando está que ya no puede más, siente que en cualquier momento va a estallar y se lo hace saber a Betty.

A: Amor, si no entro en ti voy a morir. 

Pero Betty tiene otra cosa en mente, vuelve a su miembro y empieza a lamerlo, con sus manos empieza a masajearlo de arriba hacia abajo, a medida que hace esto este se va poniendo más hinchado y duro, sabe que Armando está a punto. Se lo introduce en su boca y empieza a hacer el mismo movimiento que hacía con sus manos hace algunos instantes, empieza a sentir como Armando se empieza a retorcer. Sabe que está a punto de llegar al orgasmo, pero no se detiene cuando ve que Armando ya se va a derramar se sienta sobre su miembro y se deja llevar, no tarda mucho en llegar ella también a tan deseado orgasmo. Este juego que hizo con Armando la tenía muy excitada viendo como él disfrutaba cae sobre Armando exhausta después de tan maravilloso placer, jala las amarras y Armando logra liberar sus manos.

A: Pequeña bruja, eres maravillosa, simplemente lo máximo. 

Empieza a besarla y su miembro empieza a reaccionar, abraza a Betty para hacerle sentir su necesidad a lo que Betty responde.

B: ¿Quieres fiesta?

 Lo único que se escucha es la carcajada de Armando.

A: JAJAJAJAJA. Mi niña, es que con sólo besarte mira cómo me pones.

 Y empieza a besar su cuello y su espalda, está tan entretenido en ello que no percata de que Betty se ha dormido. 

No le queda más que decirle a su fiel amigo:

A: Se nos durmió la reina.

Continuará…

 ⊱• UNIDO A TI •⊰

Capítulo 17

Autora: Andrea-Anacalce

Portada: Solo Amo

Esta historia es una adaptación de la novela “Betty la Fea”, propiedad de RCN TV, escrita por el Gran Maestro Fernando Gaitán, respetando los derechos de autor.